Por Fabián Soberón.-
- Después de sus lecciones sobre física, ¿por qué decidió dedicar un libro exclusivamente al tiempo?
- Porque muchos de mis lectores me pedían que profundizara más en el tema. La cuestión de la naturaleza del tiempo ha sido el centro de mi investigación científica durante toda mi vida y pienso que es fascinante.
- En la primera parte del libro (El orden del tiempo) usted da cuenta de las diferentes pérdidas en relación con el concepto de tiempo: unicidad, dirección, presente absoluto, independencia. Estas pérdidas suponen un concepto físico del tiempo que dista del sentido común. Tengo la impresión de que este concepto científico del tiempo confirma la insignificancia del ser humano en el universo. A esto ya lo sabíamos, pero su libro me ha hecho pensar de nuevo en esta idea.
- Usted habla de “insignificancia”. “Insignificancia” quiere decir irrelevancia, falta de importancia, de significado, ausencia de sentido. Si nosotros cometemos el error de pensar que “el sentido” de nosotros mismos o de nuestra importancia debe provenir del exterior, del universo que nos rodea, de cosas o entidades que externas a nosotros, entonces permanecemos desilusionados y frustrados al descubrir la irrelevancia del hombre y de su modo de pensar en el universo. Pero yo pienso que todo lo que nosotros llamamos “sentido” y todo aquello que consideramos importante viene de nosotros mismos, no del exterior. Para una madre, su hijo tiene un significado inmenso, no porque el niño haya sido elegido en el universo, sino porque lo ama. Y lo ama porque ha sido hecha de esa manera. Nuestra vida está llena de sentido para nosotros, aunque en el universo no somos más que migajas insignificantes.
- Entre las pérdidas enumeradas, está la pérdida del presente absoluto. Según su exposición, no existe un ahora absoluto para todo el universo. Esta idea no solo es abrumadora sino también desoladora.
- Que no sea ni angustiante ni dolorosa. Lo es solo si queremos quedarnos pegados a las ideas pasadas y no nos dejamos sorprender por la bellísima vertiginosidad de ver el mundo con ojos nuevos.
- Usted dice que la idea de un tiempo uniforme, independiente de las cosas y de su movimiento no es una idea natural sino que es solo una intuición de Newton, un constructo intelectual. Así como Newton confundió intuición personal con dato objetivo, ¿cuál cree que es el constructo intelectual de nuestro tiempo?
- Es la idea de que también el espacio curvo y relativo de la relatividad general de Einstein sea como un contenedor de todas las cosas del universo. En vez de ser solo uno de los tantos ingredientes del mundo cuantístico.
- “Así pues, quizás el fluir del tiempo no sea una característica del universo: puede que, como la rotación de la bóveda estrellada, sea la perspectiva concreta del rincón del mundo al que pertenecemos”, sostiene en el capítulo 10.
- No es una idea fácil. He escrito el libro para tratar de aclararla. Y no creo de poder hacerlo en dos renglones. En una excesiva síntesis, podría decir: el fluir del tiempo tiene que ver más con nosotros mismos que con el universo.
- Usted sostiene que la inquietud frente al tiempo nos ha llevado a imaginar la eternidad y que la adoración del tiempo (como lo hizo Heráclito) tampoco nos ha ayudado a comprender el tiempo. En este sentido, pareciera que el miedo o el fervor (las emociones) nos alejan de la compresión del tiempo…
- Sí, parece que el miedo y las emociones nos alejan de la comprensión del tiempo. Pero en el libro sugiero lo contrario: para comprender qué es el tiempo para nosotros, debemos comenzar por comprender cuáles son los miedos y las emociones que el tiempo nos provoca. El motivo es que si no lo hacemos, reemplazamos nuestras emociones por cosas objetivas que están fuera de nosotros, en el mundo. Las emociones no son falsas, son verdaderas. Pero están dentro de nosotros, no en el mundo. Para comprender por qué un hermoso anochecer nos emociona debemos entendernos a nosotros mismos, no la puesta del sol. Lo mismo vale para el tiempo.
- A la vez, usted dice que podemos ver, desde el estudio de la física, un mundo sin tiempo. Y que somos tiempo, somos memoria, somos ese “claro abierto por las huellas de la memoria en las conexiones de nuestra memoria”. En este sentido, el tiempo es un concepto subjetivo, humano. ¿Usted afirmaría que el tiempo tal como lo percibimos nosotros es solo una idea subjetiva del tiempo?
- No, el tiempo como percepción es una combinación de muchas cosas diversas. Algunas de las cuales pertenecen a la naturaleza que está fuera de nosotros, mientras otras dependen de cómo funciona nuestro cerebro y por lo tanto, nuestras emociones.
- No es un dato menor que usted encabece los capítulos con poemas de Horacio. ¿Qué lugar le otorga a la poesía en relación con la verdad sobre la naturaleza?
- La poesía nos enseña mucho sobre la naturaleza, pero nos enseña muchísimo más sobre nosotros mismos. Y esto nos ayuda a entender a la naturaleza.
© LA GACETA
* Traducción de María del Carmen Pilán.
Familiar e íntimo*
Por Carlo Rovelli
Me detengo y no hago nada. No sucede nada. No pienso nada. Escucho el discurrir del tiempo.
Tal es el tiempo. Familiar e íntimo. Su furia nos lleva. Su apresurada sucesión de segundos, horas, años, nos lanza hacia la vida, luego nos arrastra hacia la nada... Lo habitamos como los peces habitan el agua. Nuestro ser es ser en el tiempo. Su arrullo nos alimenta, nos abre al mundo, nos turba, nos asusta, nos mece. El universo devana su devenir arrastrado por el tiempo, según el orden del tiempo.
La mitología hindú representa el río cósmico en la imagen divina de Shiva danzante: su danza rige el discurrir del universo, es el flujo del tiempo. ¿Qué hay más universal y evidente que ese discurrir?
Pero las cosas son más complejas. La realidad suele ser distinta de lo que parece: la Tierra parece plana, y sin embargo es una esfera; el Sol parece girar a nuestro alrededor en el cielo, y en cambio somos nosotros quienes giramos en torno a él. Tampoco la estructura del tiempo es la que parece: es diversa de ese uniforme discurrir universal. Lo descubrí con estupor en los libros de física, en la universidad. El tiempo funciona de manera distinta de como se nos presenta.
* Fragmento de El orden del tiempo (Anagrama).
Perfil
Carlo Rovelli (Verona, 1956) es físico teórico, y uno de los fundadores de la llamada “gravedad cuántica de bucles”. Es miembro del Instituto Universitario de Francia y de la Academia Internacional de Filosofía de la Ciencia. Responsable del equipo de gravedad cuántica del Centro de Física Teórica de la Universidad de Aix-Marsella, es autor de numerosos trabajos científicos aparecidos en las revistas más importantes de su ámbito y de dos monografías sobre la gravedad cuántica de bucles, así como de múltiples libros de divulgación, publicados en varios países, entre los que destaca Siete breves lecciones de física, editado castellano por Anagrama. Colabora con frecuencia en IlSole 24 Ore y La Repubblica.